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  • Para la familia y en especial

    2018-10-22

    Para la familia, y en especial para la madre o quien sustituya su función, mantener la asignación sexual en suspenso impone una serie de dificultades que con frecuencia no son advertidas en su justa dimensión. La angustia es un factor común y recurrente que incide en la diada madre-bebé. En medio del desconcierto y la incertidumbre, se opta por guardar silencio. La experiencia difícilmente puede acomodarse en palabras. Ante la imposibilidad de encontrar un sentido, la angustia se abre paso como experiencia encarnada (pérdida de cabello, temblores de algunas partes del cuerpo, cambio en los patrones de sueño y alimentación). Es una angustia que atraviesa el vínculo, rebota entre los implicados y hace blanco incluso en un/una/u* bebé (intranquilidad, llanto permanente, cambio en los patrones de sueño y alimentación, dermatitis). El temor PD 0332991 la reacción de los demás suele experimentarse con una sensación de vergüenza; se rehúye a la familia extensa, a vecinos y amigos. Incluso, no siempre se informa de la situación a otros hijos de la pareja, hermanos o hermanas del nuevo bebé. La angustia se reedita en actos cotidianos de confrontación: se mira al bebé sin saber cómo dirigirse ¿a él?, ¿a ella?, ¿qué sustantivos utilizar?, o ¿cuál declinación es la adecuada para un adjetivo: bonito/bonita, inquieta/inquieto, dormilón/ dormilona? Esto produce el entorpecimiento del vínculo cotidiano. El hablante se muestra en todo momento vulnerable ante la enorme dificultad que representa salir de la dicotomía propia del lenguaje. La mirada de los demás es casi insoportable; hay una profunda sensación de vulnerabilidad, temor al rechazo, a la burla, a ser atacados. La angustia suele incrementarse durante el cambio de pañal; hay quienes intentan hacerlo rápido para no ver, mientras que otras personas miran con detenimiento buscando respuestas. Si se está en presencia de alguien más, se realizan intentos desesperados para ocultar los genitales del bebé a las miradas de curiosidad. A esta situación hay que añadir lo que implica asistir a un hospital, ser examinad* por un conjunto de médicos, ser sometid* a una serie de exámenes. El cuerpo es descubierto, palpado, picado, raspado. Estas experiencias y emociones decantan en el cuerpo y conforman un registro singular, la memoria corporal de cada cual en los primeros años de vida, el trayecto de conformación del sujeto humano. Sean de este tipo o de otro, lo acontecido puede archivarse corporalmente bajo una configuración similar, más allá de si se es o no intersexual. La reasignación de sexo implica dos momentos: primero, el del nacimiento, durante el cual al infante se le designa sin duda en un sexo —por parte de la madre, la partera, un médico o alguien más—, y segundo, cuando se le reasigna al otro sexo. Tanto la primera como la segunda declaración de sexo están enmarcadas en un contexto que produce efectos de verdad, en diferentes grados. Este contexto incluye quién lo dice, en dónde lo dice, a absorption quién y cómo lo dice, y cuáles son las pruebas en las que basa su decir. La reasignación de sexo tiene efectos e intensidades variables: puede negarse, asumirse, o negarse y asumirse al mismo tiempo. Más allá de la decisión que se tome al respecto, para que la reasignación tenga algún efecto deben operar fuerzas bastante poderosas como para ser capaces de desestabilizar la asignación inicial de sexo, la cual no será posible borrar, aunque ello no necesariamente devenga en una tragedia. En la condición intersexual, estas fuerzas pueden incluir datos del cuerpo, elementos de poder/saber presentes en el dispositivo biomédico, y el aval y resguardo del marco jurídico-legal. En la condición intersexual, las circunstancias en que se realiza una reasignación de sexo son muy variables, pero, a una edad temprana, la intervención médica siempre es fundamental para plantearla como posible y concretar los cambios corporales. La llegada al hospital puede ocurrir por referencia de un médico especialista que fue consultado por algún síntoma crítico en el bebé. También puede suceder que la madre tenga una sospecha acerca de la veracidad del sexo asignado y se dirija de manera intencional al especialista o a la institución pediátrica. En otras ocasiones, ocurre que un* bebé llega por una circunstancia no grave y ajena al dsd, pero, tras la revisión del especialista, se instaura la sospecha del probable diagnóstico, y es así que se refiere a los padres al hospital especializado.