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  • En efecto siendo esta distinci n jur dica

    2018-11-03

    En efecto, siendo esta distinción jurídica de esferas la condición sine qua non del proyecto burgués, la sociedad decimonónica occidental en su conjunto se verá sometida a una serie de prácticas que harán visible dicha dicotomía, por lo que su legitimidad, siempre tensionada, no solo quedará sujeta a la estructura de la vida cotidiana, sino que será material recurrente dentro de las producciones artísticas y culturales. Tanto la arquitectura como el urbanismo, poderosos agentes simbólicos de cualquier proyecto político, se verán inmersos en esta espiral de cambio que irá organizando la vida social al amparo de esta dicotomización, por lo que rápidamente sus apologistas introducirían en estas disciplinas la forma en que la configuración espacial habría de participar. Al tiempo que el espacio urbano y la vivienda se transfiguraban, aparecería con la rápida prosperidad que la burguesía neerlandesa alcanzó durante el siglo xvii un concepto que a la postre sintetizará la dicotomía público-privado en todo el mundo occidental: la intimidad (Rybczynski, 2009). La aparición de esta noción significará una nueva manera de entender el tiempo y el espacio, de construirlos y experimentarlos, pues la idea de una vida interior, delimitada por la interacción social, supondrá una acotación física que no podrá quedar limitada al cuerpo. Para los varones, la intimidad es una reclusión momentánea, una especie de pasaje transitorio que nos permite descansar de la constante interacción pública; en cambio, para las mujeres, la intimidad ha significado una condición inherente a su identidad, una forma de vivir en reclusión permanente. Esta intimidad codificada en clausura, confinamiento, invisibilidad y permanencia gestará la figura de la mujer doméstica, la cual, a decir de Armstrong (1991), se irá configurando a través de los manuales de conducta del siglo xvii y de las novelas románticas del siglo xix, los cuales fueron prescribiendo el comportamiento de las mujeres con atpase inhibitor en la exaltación de las características supuestamente “naturales” que eran (y siguen siendo) consideradas virtudes propias del sexo, tales como “ternura, compasión, docilidad, recato, emotividad, mesura, abnegación”, así como de un “sentido innato de sacrificio y de dedicación hacia los otros (la familia)” (Brito, 2012). En este sentido, y por primera vez en la historia, se confiará a Proofreading las mujeres el papel de generar orden y paz, aplicando la sensatez a la educación de los hijos y a la economía de los hogares; ambas virtudes, necesarias para el triunfo de la moral burguesa. La creación de este modelo tendrá la ventaja de ser difundido como algo asequible para todas las mujeres, pues todas podían llegar a ser mujeres domésticas o amas de casa, aunque también: Así, la ficción doméstica, término a partir del cual Nancy Armstrong identificará este modelo de mujer, irá cooptando y modelando los cuerpos femeninos como forma hegemónica de identidad, negándoles cualquier intervención o participación política a cambio de un espacio exclusivo: el de la reproducción y el cuidado del ciudadano universal, desde luego, siempre varón. Con ello, el espacio de lo doméstico cercará a las mujeres atpase inhibitor en al menos tres sentidos: en el desempeño de las actividades de cuidado que solo ellas ejecutarán; en la construcción de una identidad dependiente de la realización de dichas actividades, y en la creación de un espacio físico significado para realizar las labores domésticas y el desarrollo de esa identidad. Es cierto que el confinamiento de las mujeres al interior de la vivienda, a su cuidado y mantenimiento, ha sido una constante en muchas culturas, pero ello no debería distraer ni justificar que la burguesía europea haya invertido una gran cantidad de recursos para subordinar, explotar y apropiarse del trabajo femenino a partir de la creación de un espacio cercado. Solo con el desarrollo de la perspectiva de género feminista se irá develando lo que en realidad era este: un espacio de reclusión denominado eufemísticamente hogar, y en el que se situó lo que le interesaba producir a la burguesía para mantener el orden social que la economía liberal demanda: la pareja heterosexual y la fuerza de trabajo surgida de ella.